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¿Por quien sirves?


Son innumerables las veces que me llamaron a servir, sin saber el estado de mi corazón. Brillar para otros y en mi corazón sentir la derrota, dolor y angustia del proceso. El pensar que podría ser hipócrita, solo Dios y yo conocíamos el proceso que en silencio enfrente. A mi me dijeron que servirle a mi Dios era de valientes. Era cuestión de hombres y mujeres de palabra. No había espacio para la cobardía. Dar un paso atrás, haría que fuera ”como el perro que vuelve a su vomito.”

Tengo abierto el corazón al escribir estas palabras. Son muchas las pruebas y procesos los que he tenido que enfrentar. No han sido mis fuerzas que me han llevado adelante. Ha sido su inmenso amor. Ya no es cosa de una emoción, sino que ha sido el valor del compromiso que El en mí ha afirmado. Pues no sirvo a hombres, sino al Rey de Reyes. No podré decir que lo he conseguido todo, pero hasta ahora Jesus me alcanzó a mi y con El se que podré. Aun en el proceso más oscuro de mis errores, he visto su gracia haciéndome brillar. He dejado aun atrás mucho, pero Dios ha respondido al clamor de mi vida y con El puedo llegar al premio que de su mano se obtiene.

Se que mi sueños y anhelos en sus manos obtienen alas. Podré el día más gris y su luz alcanzará mi vida para llamar a otros a Él. Si toca opacarme y apagar mi luz para que otros alcance. Lo haré con mucho amor. Más si el peso de la vida me debilita los brazos. En sus promesas podré tomar aliento. El paso de vida es efímero, pero líder el es quien recuerda: “¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia?” Nada absolutamente nada, nos apartará. Así que cobra ánimo y levanta confiado la mirada. Toma la empuñadura de tu espada, ciñe tus lomas con la coraza. Esfuérzate por seguir adelante, el premio es tuyo. Abre tu corazón confiado, porque el Padre que todo lo ve. Ha visto con agrado la forma en que sirves y El te levanta y te sustenta.”

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