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¿Quién soy?




Durante años construí mi identidad desde la fuente incorrecta, presté mis oídos a lo que la sociedad decía, que debía de vestir de cierta manera para poder estar a la moda y lucir mucho mejor, a ver el maquillaje no como algo que resaltaría mi belleza natural sino como una máscara donde podía esconder mis inseguridades al cubrirlas con una base de maquillaje, que para ser exitosa tenía que tener varios títulos universitarios, si a cierta edad no tenía un trabajo en donde la remuneración económica fuera muy buena entonces sería un fracaso. El creer estas mentiras trajo a mi vida mucha ansiedad, frustración, sentía que no iba a lograr graduarme, me sentía incapaz y definitivamente que no me sentía feliz y mucho menos plena.


Y es así, cuando llegó uno de los mejores días de mi vida, el día que le rendí por completo mi vida al Señor Jesús y le entregué mi corazón en pedazos, pidiéndole que por favor lo sanará. Comencé mi relación personal con Él, iba sanando muchas cosas pero recuerdo que aún me sentía insuficiente a raíz de todo lo que había creído, hasta que un día Dios me habló a través de una persona y me dijo “te sientes pequeña, incapaz pero en mi reino tú eres grande y tienes un gran propósito” estas palabras realmente marcaron mi corazón, en ese momento supe que mi identidad no era lo que yo había elegido creer que me decía la sociedad, entonces si todo eso no era cierto, ¿Cuál era la verdad? Y sentía aquella necesidad de descubrirla, así que empecé a escudriñar la palabra de Dios y es ahí donde Él derribó todo argumento falso sobre los cuales había construido mi identidad y esta vez con el Señor Jesús fui descubriendo mi verdadera identidad, esa que solamente Él nos da.


Muchas veces al conocer a alguien he escuchado decir “Hola, mi nombre es María y soy Licenciada en tal carrera, tengo un trabajo en X empresa” pero en realidad, lo que dijo no describe quien es ella en sí, eso solamente es información acerca de su profesión y el lugar donde labora. A veces puede resultar difícil saber quiénes somos porque estamos muy enfocadas en especificar a lo que nos dedicamos, el puesto de trabajo que desempeñamos, o algunas veces como me sucedió a mi hemos adoptado como identidad lo que la sociedad dice o las palabras negativas que nos han dicho personas cercanas.

Pero entonces ¿Quiénes somos?


Como lo dice en Romanos 8:15, El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios.

El Espíritu Santo es quien nos dice, nos convence y nos afirma que somos hijos de Dios. ¡Esa es nuestra verdadera identidad! Para todos los que hemos aceptado a Jesús como nuestro único Señor y Salvador. Como les mencioné anteriormente, con el Señor Jesús fui descubriendo mi identidad la cual es ¡Soy una hija de Dios! Y me di cuenta que no hay mayor título que ese. Imagínate cuan profundamente amados somos que, para poder tener ese título nuestro Dios entregó por todos nosotros a su único hijo y el mismo Señor Jesús soportó ese sacrificio en la cruz, sin mancha alguna Él se entregó por nosotros para quitar nuestros pecados y salvarnos. ¡Tú vales la sangre de Jesús!


Por lo cual empecé de cero y volví a construir mi identidad en Cristo, basado por lo que Dios ha dicho, esta vez prestando mis oídos a la voz correcta. Y tal vez te preguntes ¿Y cómo supiste lo que Dios dice? Y eso fue a través de tener una relación personal con Él y leyendo su palabra. Cuando muchas veces el mundo te puede hacer sentir rechazada, Dios te dice que eres escogida y aceptada por el Rey, preciosa ante sus ojos (Isaías 43:4), creada a su imagen y semejanza (Génesis 1:27); que Él no nos ha dado un espíritu de temor, son de poder, de amor y de dominio propio (2 Timoteo 1:7). Al descubrir mi identidad en Cristo, supe que debía de cambiar muchas cosas y vivir de acuerdo a lo que Dios nos dice que seamos y actuar como hija de Él. Aprender a ser compasiva de la manera que Jesús lo ha sido con nosotros, a perdonar de la manera que Él nos perdona, a amar como Dios ama y perseverar como Cristo perseveró (1 Tesalonicenses 3:5), a vencer el mal con el bien, a nunca cansarnos de hacer el bien porque a su debido tiempo cosecharemos, y muchas más promesas que encontramos en Su palabra. Y al vivir de acuerdo a mi verdadera identidad, en vez de ansiedad siento seguridad y esperanza, en lugar de frustración comencé a sentir paz en mi mente y en mi corazón, sobretodo empecé a vivir sintiéndome plena en Jesús.


Aprendí que está bien tener sueños y metas, pero no poner nuestra identidad en ellos, ni en nuestros logros, ni en los errores, nuestra identidad está dentro de Cristo. Aprendí que no se trata de nuestras obras sino de la maravillosa gracia de Dios (Efesios 2:8). Ya no se trata de querer ser reconocida por ser eficiente en un buen puesto de trabajo, o como la mujer más guapa, o por cuantos títulos universitarios obtenga; ahora mi mayor anhelo es que me conozcan como una hija de Dios y que Él se haga famoso.


¿Y tú, desde cual fuente has construido tu identidad, de lo que te ha dicho la sociedad o desde la voz de Dios? Te motivo a que el día de hoy empieces con la ayuda del Espíritu Santo a leer su Palabra para que descubras tu identidad verdadera y completa en Jesús, y tener tu plenitud en Él.


Te comparto uno de mis versículos favoritos y que fue de mucha ayuda en mi proceso.

“No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta” (Romanos 12: 2 NTV)


Con mucho cariño, una hija de Dios.

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