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Cambio de temporada

  • Foto del escritor: Somos por Jesús
    Somos por Jesús
  • 31 jul
  • 2 Min. de lectura
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"Un tiempo para buscar, y un tiempo para perder; un tiempo para guardar, y un tiempo para desechar." Eclesiastés 3:6

Una vez más, la Palabra nos recuerda, como siempre, que la vida es una colección de estaciones. Hay momentos para reír, para llorar, para sembrar, para cosechar e incluso para cambiar. Pero, ¿cómo sabemos cuándo ha llegado ese momento?


La vida nos da señales, al igual que el niño al final del año escolar que se da cuenta de que ya no cabe en sus viejos zapatos ni en su escritorio: ha crecido. Aunque la próxima temporada puede ser desalentadora, un cambio es necesario.


Lo mismo sucede en el matrimonio. A veces, nos acostumbramos tanto a las dinámicas en evolución que la relación alcanza un estancamiento, un bache. El estancamiento a veces se confunde con un equilibrio que se presenta en forma de quietud, mientras que el amor y la fe, a veces prosperan en el movimiento.


Después de veinte años de matrimonio, Luis y Marta habían formado su propio legado. Habían construido una cabaña en el campo donde pasaban los fines de semana, y en cada rincón de la casa habían marcados recuerdos. En la cocina, Luis le hacía pancakes. En la sala, Marta le leía devocionales desde mecedoras. Desafortunadamente, la cabaña se fue deteriorando, y Luis se aferraba al lugar por los recuerdos que atesoraba.


Una vez, durante una lluvia, el techo se desplomó. No les quedó alternativa que abandonarla. Al edificarse una nueva, más amplia y luminosa, se pudo incluso iniciar un estudio bíblico que permitió compartir y congregarse como nunca antes. Luis comentó: “Me di cuenta que no estaba perdiendo algo, estaba haciendo espacio para lo nuevo que Dios quería darme.”.


“Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento” 1 Corintios 3:7

El reino de Dios no se estanca, Dios no nos llama a estancarnos ni a sentarnos a descansar en lo que hicimos el día de ayer. Él nos está invitando a evolucionar, no porque lo anterior no haya sido bueno, sino porque lo nuevo también tendrá su fruto. En ocasiones, la obediencia nos manda a soltar. Y soltar no es perder, es recibir.


Si hoy notan como matrimonio que se encuentran muy cómodo, o en el otro extremo, estancado, pregúntenle al Espíritu Santo:


¿Deberíamos dejar ir esta temporada? ¿Hay algo en nosotros que estamos guardando que ya no nos pertenece?


Porque en el Reino, el movimiento es sinónimo de vida y en tu matrimonio es necesario poder dar paso a las nuevas temporadas que Dios quiere para bendecirlos.

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