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La Comprensión.


Una pequeña palabra que encierra muchas cosas dentro de una relación, toda pareja desde su noviazgo aspira a tener una íntima comunidad de vida la cual se irá alcanzando progresivamente, a lo largo de su existencia, con el empeño y el esfuerzo que ambos aporten.

La convivencia dentro del matrimonio puede en algunas ocasiones ser difícil, si en la base de su escala de valores no está la aceptación del otro tal como es, con su propio carácter, sus cualidades y defectos, sus capacidades y limitaciones, su originalidad es decir su persona o su esencia. La adaptación y búsqueda de la complementariedad de dos seres diferentes, únicos e irrepetibles, requiere hacer vida, día a día, con mucho amor, comprensión y comunicación.

El amor nos invita a conocer a la persona amada y aceptada, para con ella dejar de ser un «tú» y un «yo» y aspirar a un «nosotros» en plenitud. Para conocer al otro más allá de lo externo (aspecto físico, cualidades, comportamientos), es preciso alcanzar su nivel profundo, conocer sus motivaciones, actitudes, sentimientos, etc., y requiere una doble actitud en cada protagonista: abrirse al otro desde la confianza y amor que le inspira, para mostrarse tal como se es y ponerse en su lugar para captar su verdad, sus valores, su singularidad.

En la vivencia intensa de esta dinámica está el fundamento de la comprensión mutua:

TE ACEPTO + ME ABRO A TI + ME PONGO EN TU LUGAR = TE COMPRENDO

El nosotros no es la mera suma del «yo» y el «tú», sino la expresión más acabada de la relación humana, que tiene su comienzo en el encuentro amoroso y va adquiriendo fuerza a lo largo de toda una vida en común que la construye dos personas que juntas viven diferentes experiencias buenas y malas la cuales son fundamentales para ese proceso de maduración personal, que afecta al de maduración como pareja.


«Más valen dos que uno solo, porque logran mejor fruto de su esfuerzo. Si uno cae, el otro lo levanta; pero ¡ay del solo, que, si cae, no tiene quien lo levante!» (Ecle 4,9 10).

Cada uno es corresponsable de la evolución personal del otro y, desde el amor que los une, está llamado a ayudarle a potenciar su personalidad, a desarrollar todos sus talentos y ha explotar sus dones.


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