
No hay trabajo más perfecto que, cuando Jesús prepara a dos personas para unirlas en matrimonio y convertirse en matrimonio de dos cristianos. Me recuerdo el día en que me case, una boda en donde vimos la mano de Él en todos los aspectos, junto a muchos amigos que sé que estaban ahí de corazón y no para criticar un plato de comida; pero al mirar a mi esposa en el altar me di cuenta de que estaba haciendo un compromiso con Jesús y luego con ella. De algo si estamos seguros, el cachudo disfruta al destruir los matrimonios y la mejor protección en contra de sus ataques es una profunda relación con Jesús, una relación en base a la honestidad y un compromiso a obedecer la Palabra de Dios. Ante estos cimientos les aseguro que su matrimonio nunca va a fracasar.
Como matrimonio cada uno de los esposos debemos de poner importancia en lo interno, no solo en lo que dice, si no en lo que sentimos. En 1 Pedro 3, 3-4, nos dice claramente para ellas, pero se aplica para ambos “Que el adorno de ustedes no sea de cosas externas, como peinados exagerados, o con joyas de oro y vestidos lujosos. La belleza no depende de las apariencias, sino de lo que hay en el corazón. Así que, sean ustedes personas tranquilas y amables. Esta belleza nunca desaparece, y es muy valiosa delante de Dios”. Cada vez que leo este versículo estoy más seguro que las camisas con hoyos que tenemos los hombres para dormir y trabajar en casa son bien vistas delante de los ojos de Dios... Son bromas.
Otro punto importante es aprender ¿Quién es su esposo o esposa?. He visto muchos matrimonios de amigos que han tenido peleas simplemente porque nunca habían tenido tiempo para llegar a conocerse uno al otro, no conocen los gustos de su cónyuge, cosas mínimas como si prefiere carne asada o pollo chuco, han generado peleas y roces en el matrimonio, aunque parezca algo pequeño pero cuando uno tiene hambre y se equivoca en eso, se convierte en ¡¡¡pelea!!!.
Ninguno de nosotros somos perfectos y el matrimonio tampoco lo es. Si buscamos la perfección en nuestra pareja viviremos con frustración, un ideal creado en nuestra mente o peor aún, creado sobre una pareja que admiramos, queriendo imitar lo que ellos tienen. Nuestra perfección como matrimonio tiene que ser en una relación con Jesús, Él como centro de nuestras vidas.
Abandonemos la idea de la pareja perfecta y empecemos a aprender, a comprender y amar la pareja que tiene. Viva su matrimonio sabiamente (1 Pedro 3.7).