Uno de los grandes enemigos para los cristianos, en estos tiempos, es la falta de compromiso para servir a Dios con todo el anhelo y fidelidad, el cual nos lleva a menguar nuestra vida espiritual.
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mateo 16:24)
El compromiso es una responsabilidad contraída por medio de un acuerdo, un pacto o una promesa y la mayoría de las veces la hacemos por nuestra propia decisión. Los jóvenes, los matrimonios o los adultos suelen comprometerse en muchas cosas, salidas, noviazgos, trabajos, universidades, etc pero dejamos por último el comprometernos con Dios y darle ese lugar de privilegio.
El servicio en nuestras Iglesias o lugares donde nos congregamos debe ser igual o mejor que cuando nos comprometemos en todas las otras cosas. Suele pasar algo, tomamos decisiones basados muchas veces en emociones o momentos donde Dios habla a través de su palabra, donde vemos milagros en nuestras vidas y tenemos un servicio casi al cien por ciento pero cuando empiezan las dificultades y los obstáculos, dejamos ese compromiso a un lado.
Un claro ejemplo se muestra en la historia de David y conozco muchos como el rey David; tienen talentos y son llamados para servir en su obra, no quieren pagar el precio del compromiso. Jesús nos pidió en Mateo 16:24 que todo aquel que quisiera ser su discípulo, se negara a sí mismo, tomará su cruz y lo siguiera.
Seamos fieles a Dios sin importar las circunstancias, llénense de amor y pasión para rescatar a las almas perdidas y confianza de que Dios nos ayudará a sobre pasar todos los obstáculos y pruebas que vendrán sobre nosotros. Y recuerden que el servir a Dios es lo más maravilloso que pueden hacer en esta vida.