top of page

El Matrimonio, ¿una Empresa o dos comerciantes individuales?


Cuando comenzamos nuestro matrimonio solemos recibir muchos consejos erróneos y hasta dañinos para encaminar nuestra delicada relación conyugal. ¿Cuántos de nosotros no hemos escuchado al menos alguno de los siguientes consejos: “mantén tus finanzas en secreto”, “no reveles cuánto ganas”, “ten tu ahorro aparte y que tu pareja no sepa cuanto tienes”, “manejen sus fondos por separado”, “no tengan bienes mancomunados”, “quien gana más toma las decisiones”? Sin duda, más de alguno de estos consejos ha sido brindado por una persona muy cercana, no con el afán de dañar nuestro matrimonio o porvenir, sino con la idea equivocada de que estos son comportamientos sanos. Lamentablemente, nada de esto es sano, Dios no diseñó el matrimonio para que fuera así.


¿Por qué decimos que no es sano? Por que primero que todo, un matrimonio supone el fin del individuo y el comienzo de un equipo (Mateo 19:5-6); cuando nos casamos no somos dos individuos, somos un solo equipo o como Dios dice en la biblia, una sola carne. Esto no es simbólico, es una verdad y el camino, ahora en delante, para llevar a cabo en pareja todo lo que nos propongamos. Si somos una sola carne, no existen dos finanzas, solo existe una finanza alimentada por los dos miembros del equipo, ¡adivinen quienes son! En esta finanza y en esta sola carne, no existen secretos financieros, no existen proyectos individuales, no existen deudas personales; solo existen sueños y metas de un mismo equipo, así como deberes y compromisos de un mismo equipo. Mis metas son las metas de mi cónyuge y sus metas también son las mías; Mis problemas son los problemas de mi cónyuge y sus problemas son los míos también. Esto es un principio cristiano que todos debemos seguir.


Cuando no practicamos este principio no logramos entender el diseño de Dios para el matrimonio; la máxima de las empresas, la sociedad más beneficiosa de la cual podríamos ser parte. Es aquí cuando comienzan las rupturas, las discusiones, las peleas, los secretos y mentiras pequeñas que generan grandes grietas en el matrimonio. Las finanzas por separado llevan a la desconfianza, la falta de unidad, de lealtad y sobretodo la falta de objetivos en común. ¿Qué tipo de matrimonio puede carecer de objetivos comunes? Un matrimonio así no puede lograr grandes cosas; no puede afrontar tormentas, ni tampoco formar una familia correctamente. Debemos romper esas actitudes.


Por otro lado, cuando manejamos las finanzas por separado solemos pensar de manera egoísta, como lamentablemente está tan de moda ahora. Descuidamos a nuestra pareja y la relación que hemos formado por que nos percibimos como comerciantes individuales y no como lo que tendríamos que ser: una sociedad de miembros igualmente comprometidos hacia un mismo objetivo, la familia.


Si queremos fortalecer la familia, debemos priorizar a la familia abandonando al individuo y ver al dinero sin codicia (1 Timoteo 6:10). El dinero no es un fin o un tesoro personal, es un bien que Dios nos confía para administrar y destinar para lo correcto; el bienestar de los nuestros (1 Timoteo 5:8). Dios siempre nos proveerá en medida abandonemos al comerciante individual y fortalezcamos la empresa familiar siendo buenos administradores (Lucas 12:42, Mateo 25:14-30).


0 comentarios

Entradas relacionadas

Ver todo
bottom of page