Ni aquí, ni allá.
- Somos por Jesús
- 27 ene
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Actualizado: 28 ene

En la vida matrimonial, uno de los pilares fundamentales que sostiene la relación es la espiritualidad compartida. No podemos vivir separando lo espiritual de lo cotidiano, ya que nuestra fe y nuestras prácticas diarias están intrínsecamente entrelazadas. La vida espiritual dentro del matrimonio no solo fortalece el vínculo entre los cónyuges, sino que también proporciona una base sólida para enfrentar los desafíos y las alegrías de la vida juntos, es decir así como esta su vida espiritual así esta también su matrimonio.
A medida que pasa el tiempo vamos conociéndonos más y vamos perfeccionando nuestra vida espiritual. Pero si debo decirles que lastimosamente hay muchas relaciones que dejan en el olvido la parte espiritual, se da también que solo uno crece en esta parte, ya sea por falta de interés de un cónyuge o por simple comodidad.
Imagina a Juan y María, una pareja que ha estado casada por diez años. A pesar de los altibajos, han encontrado en su fe común una fuente constante de fortaleza y dirección. Cada mañana, antes de comenzar su jornada, se toman unos minutos para orar juntos. Esta práctica diaria no solo los acerca a Dios, sino que también los conecta entre sí, recordándoles que están en este viaje como un equipo. Como dice Eclesiastés 4:12, "Y si alguno prevalece contra uno, dos lo resistirán; y el cordón de tres dobleces no se rompe pronto."
Pero ahora imagina que María si se toma en serio la vida espiritual y Juan por varios motivos no. Esta es una puerta por donde los problemas pueden empezar a entrar en la relación. La Biblia dice que son las cosas pequeñas, “las zorras pequeñas que perjudican la hortaliza”; son los detallitos que causan que algo florezca o que algo empeore y el matrimonio no es la excepción
La espiritualidad no se limita solo a la oración y la lectura de la Biblia, sino que también se refleja en nuestras acciones diarias. Acá podemos aplicar el propósito del matrimonio que es el compañerismo, podemos ser muy espirituales pero también podemos reflejar lo contrario en casa. Siendo irrespetuosos en el matrimonio, dejando la ropa sucia en el cuarto, siendo malos administradores del hogar, dejando a que su cónyuge haga todas las tareas del hogar, entre otros.
Jesús nos enseñó que el amor y el servicio son la esencia de nuestra fe. En el matrimonio, esto significa apoyarse mutuamente, ser compasivos y actuar con misericordia. Pablo, en su carta a los Efesios 5:25, nos recuerda: "Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella." Este llamado al amor sacrificial nos desafía a poner las necesidades de nuestra pareja por encima de las nuestras, reflejando el amor incondicional de Dios.
Debemos entender que el matrimonio es el lugar perfecto donde fomentamos el crecimiento de nuestra vida espiritual. Una vida espiritual compartida en el matrimonio no solo nos acerca a Dios, sino que también fortalece nuestro vínculo con nuestra pareja.
Apártate con tu esposa o esposo a un lugar íntimo con Dios, donde solo los tres puedan estar, algo sencillo, pongan una música de adoración, conéctense con El y oren juntos, al integrar nuestra fe en la vida diaria, creamos un matrimonio más fuerte, lleno de amor, compasión y propósito.