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Solo Dios te basta.


Hace unos días atrás les escribí que para crecer con propósito lo primero que necesitamos es querer hacerlo. Pero, ¿Qué implica ese crecimiento?, pues implica un "Proceso" y ese proceso a su vez implica oración, toma de decisiones, tener aciertos y desaciertos, sentir dolor, frustraciones, buscar aceptación, pasar por quebrantamiento, dar y recibir perdón, poner en práctica la obediencia, tener dudas, sentir miedo o temor, implica también entrega, amor, aprender a escuchar, pero sobre todo nos enseña a creerle a Dios.


En noviembre de 2018, después de contar con una estabilidad financiera por más de 15 años, recibí la noticia que sería removida de mi cargo en los próximos dos meses. Esa semana el pánico se apodero de mí, pues tenía compromisos económicos que se respaldaban por mi trabajo y llorando le pregunté a Dios: ¿cómo voy a hacer ahora sin trabajo? Él me contestó con otra pregunta: ¿sabes de quién dependes realmente? Después de ese momento entendí quién era mi verdadero proveedor y tuve mucha paz y confianza.


Confianza en que, de todas las cosas, Él tendría cuidado de mí y mi familia. Aún así, habían momentos en que el miedo siempre se asomaba, pero inmediatamente comenzaba a sentirlo, recordaba el momento en que Dios me dijo que yo dependía de Él y me apoderaba de esa promesa.


Luego de mi despido, a finales de enero 2019 Dios me dijo que ese hijo que tanto le había pedido vendría ese año. Yo no entendía, porque ya tenía un hijo de un año y honestamente en ese momento no pensaba en tener otro hijo. Minutos después, Él me dijo que ese "hijo" era el negocio que yo siempre quise tener y justamente el 30 de septiembre de 2019, estábamos aperturando ese negocio, en el mes 9.


El proceso no fue fácil. Fueron 9 meses de dudas, frustración, quebrantamiento, desaciertos, temor y de aceptar mi nueva realidad; aún en medio de todo, mi corazón sabía lo que Dios me había prometido y que yo tenía que ser valiente y obediente para recibir ese cumplimiento. Luego vinieron meses de creer aún más a Dios y saber que su voluntad siempre, siempre, será la mejor para mi vida.


Ahora, después de un año y medio que comenzó mi proceso de depender plenamente de Dios, no solo de palabra, sino también de hecho (un poco obligada, debo aceptarlo), te puedo decir que haber recibido esa palabra, pero sobre todo haberle creído a Dios, fue lo que hizo que este proceso no fuera más largo de lo necesario. Hoy que me disponía a escribir este artículo, pensaba en todo lo que ha pasado en este año y medio, mi corazón se conmovió por toda la misericordia de Dios y Él me dijo: "Solo Dios te basta".


Tú decides que tanto quieres padecer tus procesos. En mi caso me tocó orar, quebrantarme, aprender a escuchar a Dios, creerle, tomar decisiones, aceptar lo que se viniera, ser obediente, detener la duda y entregarle mucho amor y compromiso a la bendición que Él ha puesto en mis manos.


Quiero compartir contigo estas citas:

2 Corintios 12:9

Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.

1 Pedro 5:10

"Más el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca"


Te has preguntado alguna vez: ¿Qué tanto duran los procesos?


¡Nos leemos en la próxima, bendiciones!

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