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Entendiendo los temperamentos.



Se han preguntado por qué será que a veces nuestra pareja nos tira miradas de amor después de que hacemos algunas cosas; pero después de hacer otras cosas nos quedan viendo como que estamos en problemas. ¿Qué hace que alguien pueda cambiar tanto su forma de reaccionar ante nosotros? ¿Qué hay en nosotros que puede cambiar completamente la dinámica de nuestra casa? Son los temperamentos.


​​Existe una diferencia entre temperamento y personalidad. Todos tenemos una personalidad distinta, pero tenemos rasgos en común sobre cómo actuamos y qué nos encasilla en algún tipo de temperamento.


La personalidad es el conjunto de rasgos y cualidades que configuran la manera de ser de una persona y la diferencian de las demás. El temperamento es la forma e intensidad instintiva con que uno responde ante los estímulos; es la forma natural con qué un ser humano interactúa con el entorno.


Dios mismo nos invita a que continuamente nos renovemos y procuremos una mejor versión de nosotros todos los días de nuestra vida. No es opción escudarse en el tipo de temperamento que tenemos como si fuera nuestra personalidad.


"Pero ahora sean santos en todo lo que hagan, tal como Dios, quien los eligió, es Santo. Pues las Escrituras dicen: «Sean santos, porque yo soy santo” 1 Pedro 1: 15-16
No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta. Romanos 12:2

Si sabemos ajustar, moldear y transformar nuestro temperamento, podemos obtener grandes cosas, no solo materiales, sino en varios de los ámbitos en que nos desenvolvemos. Podemos lograr las mejores reacciones y alianzas si aprendemos a usar correctamente nuestro temperamento. ¡Imagínense cómo cambiaría su vida matrimonial si saben entender el temperamento de su pareja y saben usar lo mejor del suyo con su contraparte! Pueden sacar oro de cada situación en que sepan moderarse y entender a su pareja.


Ahora bien, imaginemos cómo es una relación matrimonial en donde nadie quiere cambiar su temperamento y quiere que su pareja lo acepte tal cual. ¿Preguntémonos cuánto puede durar una pareja que no sabe manejar sus temperamentos? ¿Cómo puede resolver sus conflictos una pareja que no sabe ni entenderse ni moderar sus temperamentos? ¿Cuánto daño hace que no estemos conscientes de lo que nuestro temperamento causa en el cónyuge?


Respuesta corta: Nuestro matrimonio se vuelve una bomba de tiempo. Probablemente el conflicto reine en el hogar y aun cuando las discusiones terminen, el malestar queda, se generan grietas que después se vuelven en desencanto y desenamoramiento. Es peligroso no trabajar nuestros temperamentos.


Es importante mencionar que cada temperamento tiene cosas buenas y cosas que deben mejorarse, nadie posee un solo temperamento y antes de mencionar los temperamentos aclaramos que hay dos grandes grupos: las personas que tienden a la introversión y en segundo lugar, aquellos que tienden hacia la extroversión.


Dentro de la introversión tenemos dos temperamentos; los melancólicos y los flemáticos.


Los melancólicos son personas cuyo temperamento tiende a la creatividad, la sensibilidad, el idealismo, la lealtad y al perfeccionismo. Son personas que buscan siempre que las cosas sigan el mejor orden posible. Aprecian mucho la estética con que se hacen las cosas, y normalmente tienden a desenvolverse a trabajos creativos o trabajos que requieran perseguir ideales. Sin embargo, cuando no controlan su temperamento tienden hacia la negatividad, la venganza, la inflexibilidad, la crítica y la variabilidad. Si las cosas no son como ellos sueñan tienden a frustrarse y a aislarse; tienden hacia la depresión. No es casualidad que muchas personalidades del mundo artístico han sido melancólicas y se han quitado la vida.


Los flemáticos tienden a ser personas tranquilas, diplomáticos, objetivos y confiables. Son personas que pueden ser muy sabias y que buscan resolver conflictos de manera pacífica. Evitan situaciones innecesarias y suelen dar buenos consejos. Son personas que tienden a ser carismáticas porque saben escuchar y saben opinar de forma correcta. Sin embargo, su proclividad hacia evitar los conflictos los lleva a la comodidad y lentitud para actuar, cuando se presentan ciertas circunstancias que requieren encarar problemas, no suelen estar en primera fila, les falta impulso para confrontar los problemas y pueden dejarse pisotear con tal de no pelear. Tienden hacia la cobardía, la indecisión y la desconfianza si no canalizan bien su temperamento.


Dentro de los extrovertidos se encuentran los últimos dos temperamentos: los coléricos y los sanguíneos.


Los coléricos, a pesar de lo pesado que suena su nombre, son personas muy positivas con actitud resolutiva, muy enérgicos, prácticos y audaces para lograr las cosas. Por su comportamiento tienden naturalmente a tomar posiciones de liderazgo, la gente los busca para resolver asuntos y para coordinar temas importantes. Además, tienden a participar en actividades de voluntarios porque son firmes con ciertas causas. Sin embargo, cuando no controlan su temperamento tienden a ser impacientes, intolerantes, insensibles y prepotentes. Tienden hacia el sarcasmo y a ser insensibles con las causas o sentimientos de los demás. Son proclives hacia la dominación y tienden a ser pequeños (o grandes) dictadores.


Por último, pero no menos importante, se encuentran los sanguíneos. Estas personas se caracterizan por ser muy cálidas, atentas y amistosas. Suelen iluminar los lugares donde van, son extremadamente carismáticas. Son compasivos, comprensivos y simpáticos cuando usan bien su temperamento. Suelen animar las reuniones y procurar que todos pasen un buen momento cuando están cerca. Sin embargo, cuando no controlan su temperamento tienden a querer ser el centro del mundo, monopolizan la atención y tienden a exagerar todo. Pueden tender hacia ser volubles, impulsivos y hasta violentos. Son proclives hacia el desorden y la falta de disciplina y suelen comportarse de forma egocéntrica.


Ahora veamos como un temperamento que nos enamoró puede llevar a grietas en la pareja, y cuánto pesa el tiempo en que nos lleve a reconocer estas grietas. Para ello, Dios nos ha dotado de algunas estrategias elementales para empezar a manejar nuestros temperamentos de la mejor forma. A continuación, se describe cada estrategia.


  1. Estar conscientes de tus propios errores. El primer paso para manejar nuestros temperamentos y resolver los conflictos y discusiones con nuestro cónyuge es reconocer nuestras limitaciones y nuestros errores. La parte difícil es aprender a reconocer nuestros errores, necesitamos de Dios para revelarnos nuestros errores.

  2. Dominar las características del temperamento. Nuestra tendencia natural es pensar que los problemas se resuelven con fuerza o con el poder de tomar acciones y para Dios no es así. Nuestra mayor fortaleza es saber controlarnos; sobre todo nuestros impulsos.

  3. Tolerar con humildad. Ya reconocemos nuestros errores, ya sabemos escuchar lo que no nos gusta pero que probablemente tengamos que mejorar, ahora bien, ¿Cómo actuamos ante las actitudes y acciones que no nos gustan de nuestra pareja? Dios nos pide tolerancia, que no es otra cosa que manifestar nuestro amor con respeto. La tolerancia es el respeto amoroso a la diferencia

  4. Integrar las Virtudes. Por medio de 2 Pedro 1:5-7, Dios nos indica cómo al estar conscientes de nuestros temperamentos y los de nuestras parejas podemos resolver cualquier conflicto o cerrar cualquier grieta que se haya abierto por las diferencias entre parejas.

  5. Actuar con sabiduría. Por último, debemos actuar con sabiduría, pero la sabiduría no es inteligencia, ni conocimiento, sino el producto de nuestras buenas acciones. Toda sabiduría viene de Dios (Santiago 3:17) y como proviene de Dios, siempre se manifiesta con amor y humildad. La Sabiduría es la forma de decir y procurar la verdad con amor. Es la forma en que sabemos decir las cosas y manejar nuestro temperamento con el amor. La sabiduría edifica y siempre busca la paz.


No hay temperamentos perfectos y si tu temperamento se refleja en cada parte del matrimonio, debes aprender a mejorarlo día con día. Nadie es perfecto, pero Dios nos dice que es posible acercarnos a él si buscamos mejorar día con día. Sin embargo, esto involucra que, como matrimonios, procuremos nuestra mejor versión cada día.


Nuestra pareja puede ser nuestro principal aliado si actuamos con humildad y amor en todo momento. Si procuramos mejorar, nuestro testimonio motivará a nuestra pareja para encontrar solución a las grandes diferencias que traemos como individuos porque ahora somos una sola carne. Dios puede ayudarte a mejorar las diferencias y limitaciones de los temperamentos, nos da las estrategias para actuar con humildad, amor y sabiduría. Procuremos la paz y el entendimiento de nuestras limitaciones. Podemos fructificar como matrimonios en tanto aprendamos a manejar el temperamento y sacar el mejor provecho del temperamento de nuestra pareja.




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