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Una Pareja de Tres.


Ya que Jacob estaba enamorado de Raquel, le dijo a su padre:

—Trabajaré para ti siete años si me entregas como esposa a Raquel, tu hija menor.

—¡De acuerdo! —respondió Labán— Prefiero entregártela a ti que a cualquier otro. Quédate y trabaja para mí.

Así que Jacob trabajó siete años para obtener a Raquel; pero su amor por ella era tan fuerte que le parecieron unos pocos días.”

Gen 29: 18-20


En esta historia se manifiestan claramente dos etapas importantes en una relación sentimental. La primera es la del enamoramiento. Mariposas en el estómago, nerviosismo, sudor en las manos, falta de concentración y pérdida del apetito, son algunas de las características que se experimentan en esta etapa.

En el enamoramiento, nuestro cerebro pone en marcha los circuitos de la confianza para consolidar el vínculo sentimental, y silencia específicamente las áreas que crean distancias. Es muy popular la frase “el amor es ciego”, y es que en esta etapa se ocultan los defectos del otro. El incremento de acetilcolina durante el enamoramiento, lleva a pensamientos obsesivos y recurrentes sobre la persona deseada. También a conductas compulsivas, casi adictivas, como mirar su foto de manera constante o comprobar si nos ha escrito, y algunas otras más que son casi irracionales.

La segunda etapa es el amor, que a diferencia del enamoramiento, se construye poco a poco ya que el amor es paciente y bondadoso. Este se cimienta en confianza, porque el amor no es celoso. Alimenta la estima, para no ser fanfarrón. Debe dar lugar a la humildad, para no ser orgulloso, y a la sanidad interior para no ser ofensivo. Requiere dedicación y respeto, debido a que el amor no exige que las cosas se hagan a su manera. No se irrita, ni lleva un registro de las ofensas recibidas; y finalmente, el amor se mantiene firme en toda circunstancia. Así lo define 1 Corintios 13: 4-7.

La psicología afirma que la etapa del enamoramiento puede durar desde algunas semanas hasta un máximo de cuatro años y es a partir de este momento, cuando nuestro cuerpo vuelve a su funcionamiento habitual, es decir, deja de producir de manera tan intensa esa hormona conocida como la “hormona del amor”. Por esto, es necesario comenzar a cultivar el AMOR durante el enamoramiento. Así cuando se acabe esa etapa efímera, exista algo real que sustente la relación, y no tener que permanecer en ella por costumbre, temor, lástima, presión social o cualquier otra razón equivocada.

Dios nos creó de una forma perfecta y nos facilita el proceso de elegir un(a) compañero(a) de vida a través de las emociones; pero también demanda de nosotros el trabajo de cultivar algo que ha de permanecer y solo el amor puede sostener una relación para toda la vida. Si tu relación al día de hoy no está reflejando la definición del amor según 1 Corintios 13, esta será simplemente pasajera y aunque pueda que llegue hasta el altar, jamás te alcanzará para vivir un matrimonio pleno.

Dios quiere habitar en un matrimonio a través del amor, ya que Él es amor.

"Alguien que está solo puede ser atacado y vencido, pero si son dos, se ponen de espalda con espalda y vencen; mejor todavía si son tres, porque una cuerda triple no se corta fácilmente."

Eclesiastés 4:12 NTV

¡Una pareja con Dios, son tres!

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